La segunda parte de Dune, película ambientada dentro del abrasador clima del planeta Arrakis, superó los 600 millones de dólares en recaudación en abril de 2024. A la fecha, todavía se proyectaba en los cines ecuatorianos.
Se filmó con cámaras IMAX en impresionantes pero calurosos desiertos remotos. La pareja protagonista, Timothée Chalamet y Zendaya, soportó temperaturas de más de 40 °C y algunos miembros del equipo se desmayaron por golpes de calor.
Y aunque Arrakis es ficticio, los desérticos parajes de nuestra Tierra le hicieron honor al representar las hermosas dunas, las áridas montañas y el mortal clima.
Sin embargo, el cambio climático que el planeta azul atraviesa parece acercarse a la atmósfera de Dune. La ficción resulta de lo que se observa alrededor y, a su vez, inspira a hacerla realidad. Así que, ver el clima de Arrakis como si fuera el futuro del clima terrícola nos ayuda a ilustrar los impactos del cambio climático en la vida humana y la manera en que esta puede adaptarse.
Espera, ¿por qué comparar la Tierra con la fantasía de Arrakis y no con la realidad de Marte?
Frank Herbert escribió entre 1959 y 1965 la novela Dune en la cual se basa la reciente película. Su éxito le llevó a crear una saga junto con cinco libros más que dieron vida a un complejo universo político, religioso, económico, tecnológico y ecológico. En este último elemento vemos parte de ese admirable genio al mostrarnos cómo interactúan la geografía, la flora, la fauna, el pueblo fremen y la atmósfera de Arrakis.
Prácticamente, modeló un clima planetario. Y de ningún modo sorprende, pues Herbert fue ecologista y vivió en una granja experimental amigable con el ambiente en sus últimos años.
Si bien se inspiró en las dunas de Oregon, se dice que además se influenció en nuestro vecino rocoso Marte, que también está experimentando un cambio climático. Pero en ese entonces casi nada se hablaba del tema, apenas se consiguió orbitar el planeta y, por su puesto, es inhabitable. O sea, Marte era un poco menos ficticio que Arrakis. Adicional, estamos con la fiebre de Dune; Marte será para otra ocasión.
Según la saga, Arrakis se encuentra en nuestra galaxia, tiene dos lunas, goza de oxígeno y contiene un valioso material (melange) en su superficie desértica, vital para el Imperio Galáctico. No obstante, al planeta lo azotan altas temperaturas, tormentas de arena y escasez de agua. De manera que las únicas fuentes de agua son los diminutos casquetes polares, las cavernas bajo las montañas, la humedad del aire y los cadáveres frescos.
Entonces, ¿podríamos sobrevivir en un planeta de esas características? En la ficción de Dune, los fremen viven allí desde tiempos remotos. Y en la realidad, un grupo de científicos y modeladores climáticos de la Universidad de Bristol demostraron, hace unos años, que Arrakis es factible y habitable para los humanos.
De forma paradójica, los modelos de nuestro mundo exponen los riesgos del cambio climático y advierten nuestra supervivencia en él. De ahí que Ecuador desarrolló el Plan Nacional de Adaptación (2023) para direccionar, crear y fortalecer las capacidades del país y así enfrentar los impactos del clima.
El clima terrícola le envidia poco al de Arrakis, por lo que compararlos nos permitirá visualizar y concientizar sobre los escenarios futuros del cambio climático; en este caso enfatizaremos en el recurso agua de Ecuador.
Antes, ¿qué mismo es el cambio climático?
En términos sencillos: cambios de las temperaturas y los patrones del clima (períodos de lluvias o de sequías) que se dan por causas naturales (actividad solar o erupciones volcánicas) y por causas humanas (combustibles fósiles).
Arrakis tuvo agua y vegetación abundantes alguna vez. Pero, eones de años antes de ser habitado, se introdujeron larvas de gusanos de arena desde otro planeta; proliferaron, redujeron drásticamente el agua y modificaron los ecosistemas. Esto condujo a un cambio en el clima que terminó por colapsar el ciclo hídrico y convirtió al planeta en un desierto.
La Tierra tiene agua y vegetación abundantes. Pero, desde hace varios siglos se introdujeron los combustibles fósiles a la industria y la movilidad; generan gases de efecto invernadero que calientan la atmósfera y modifican los patrones del clima. Esto condujo a un cambio climático que hoy derrite los polos, seca lagos, inunda ciudades, destruye cultivos y mucho más.
Cabe señalar que pese a que las especies invasoras no son la causa como en Arrakis, sí son una amenaza que empeoran los impactos del cambio climático. Por ejemplo, en las islas Galápagos se introdujo hace más de 60 años la mosca parasitaria Philornis downsi, cuyas larvas atacan a casi todas las aves terrestres pequeñas. Por lo general, la mosca se encuentra en las islas más grandes con vegetación, pero los años lluviosos favorecen su distribución en islas pequeñas y áridas.
Entonces, ¿Arrakis presagia el clima de la Tierra?
Simular el clima futuro y los riesgos es clave en la toma de decisiones para enfrentar los impactos. Se consigue con proyecciones climáticas mediante modelamiento en software.
Conviene destacar que el Plan Nacional de Adaptación de Ecuador señala que las proyecciones modeladas del 2020 al 2050 prevén cambios en la magnitud y en la frecuencia en que ocurren las lluvias y las temperaturas. Influirán en el deshielo de glaciares, la variación de la temperatura del mar, el incremento de áreas inundables, la intensificación de sequías, la disminución de la cantidad y calidad del agua, la pérdida de biodiversidad y la distribución de vectores de dengue y malaria.
El Arrakis de Dune manifiesta altas temperaturas y ausencia de lluvias. Provocan que el volumen de hielo de los casquetes polares se mantenga bajo; que nunca se formen mares, lagos o ríos; que la superficie terrestre permanezca seca; que las fuentes de agua se limiten a las cavernas subterráneas y a la humedad del aire; que animales y plantas sean escasos; y que los fremen vivan dentro de las montañas y dispersos según la geografía.
Ahora, les pregunto con las descripciones anteriores: ¿no creen que terminaremos en algo parecido a Arrakis si jamás actuamos frente a lo que nos proyectan las simulaciones? Piénsenlo.
Bueno, ¿y qué podemos rescatar de Arrakis para evitar lo mismo aquí?
La segunda parte del filme Dune desarrolla el estilo de vida de los humanos nativos, los fremen, y nos permite apreciar sus formas extremas de adaptación al clima de Arrakis en relación con el recurso hídrico:
De vuelta a nuestro mundo, el Plan Nacional de Adaptación indica que permitirá implementar medidas de adaptación en base a las proyecciones y a los análisis de riesgo en Ecuador. Es decir que, dependiendo de qué tan alto sea el potencial de los impactos del cambio climático sobre nosotros, tomaremos acciones para que seamos menos vulnerables y más capaces de afrontar las amenazas del clima y de recuperarnos de sus efectos.
Por ejemplo, se hizo un análisis de riesgo climático con modelación de las cuencas hidrográficas de Pastaza, Esmeraldas, Jubones y Guayas para asegurar la disponibilidad, uso sostenible y calidad del agua frente a los impactos del cambio climático. Y después de evaluar los resultados se definieron medidas de adaptación como:
La primera medida nos recuerda el uso de los destiltrajes, que reflejan el máximo empleo del agua mediante el reciclaje, tal cual las plantas de tratamiento de aguas residuales para descontaminarlas y que puedan consumirse otra vez. También, el uso de las trampas de viento que tienen el mismo principio que nuestros atrapanieblas, los cuales recogen las microgotas de la neblina por medio de paneles y almacenan el agua en depósitos.
La segunda medida nos recuerda la manera de relación social y de gobierno de los fremen para proteger las fuentes de agua. En nuestro caso, la organización FONAG fue el primer Fondo de Agua a nivel mundial con un enfoque técnico, equitativo y sostenible; logró restaurar y proteger las cuencas hídricas que abastecen a la ciudad de Quito, con más de 6000 hectáreas de conservación mediante acuerdos con propietarios y comunidades.
Y la tercera medida de adaptación evoca un hecho de la saga de Dune:
Sin embargo, después de su muerte, el Imperio Galáctico desechó la idea del paraíso fértil e invirtió en el millonario negocio de la explotación de la especia o melange, necesaria para los viajes espaciales. Sin duda, Frank Herbert alude a la controversia de la explotación de petróleo.
Consiguió instalar una estación de pruebas biológicas para recopilar datos (del clima y del ecosistema), recolectar agua subterránea, cultivar alimentos y recuperar el hábitat.
En una ocasión, un planetólogo imperial visitó Arrakis como encargo para analizar el ecosistema. Sus evaluaciones lo convencieron de que el planeta podía volver a ser un paraíso: grandes masas de agua, vegetación exuberante y temperatura agradable.
Arrakis es una ilustración muy clara de que el futuro de nuestro país y el mundo se halla en mayor riesgo cuando la negligencia y la corrupción de los gobiernos frenan proyectos para la sostenibilidad del ambiente y la adaptación al cambio climático.
Así que, ¿Ecuador está en capacidad de adaptarse?
El país trabaja desde muchos frentes de la sociedad civil, la academia y el gobierno. Posee los profesionales, las herramientas, los recursos y las alianzas internacionales para adaptarse al clima. Pero la gobernanza aun tiene debilidades en las competencias de las autoridades nacionales y seccionales para gestionar el cambio climático, y en las capacidades de las comunidades para tomar acciones.
Por ejemplo, en enero de 2022 un aluvión sorprendió a la ciudad de Quito. Desbordó un embalse en las faldas del Pichincha y, pendiente abajo, provocó graves daños materiales y decenas de muertos y heridos. Hace unos días, ocurrió otro aluvión en el mismo sector y ya se está cuestionando la responsabilidad del Municipio.
Como comunidades y como autoridades, debemos aprovechar herramientas de gestión, entre ellas el Plan Nacional de Adaptación para tomar las proyecciones generadas, analizar los riesgos y poner en marcha medidas de adaptación.
Actualmente, muchos investigadores reconocen que la ciencia ficción inspira avances tecnológicos. Aunque Arrakis existe en la literatura y el cine, gracias a sus elementos basados en ciencia podemos compararlo con la Tierra para visualizar el destino de nuestro clima. El planeta desértico de Dune nos enseña que solo en nuestras manos se aloja el presente que queremos y el futuro de las próximas generaciones.
Espero que jamás tengamos que recrear los destiltrajes para exprimir de inmediato hasta la mínima gota de agua de nuestra orina y heces.
“Lo que los analfabetos ecológicos no se dan cuenta acerca de un ecosistema es que es un sistema. ¡Un sistema! Un sistema mantiene una cierta estabilidad fluida que puede destruirse por un paso en falso en un solo nicho. Un sistema tiene orden y fluye de un punto a otro. Si algo bloquea ese flujo, el orden colapsa […]. Por eso la función más alta de la ecología es la comprensión de las consecuencias”.
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Autor: Paul Velarde. Ingeniero ambiental y técnico en adaptación al cambio climático.
Fuentes bibliográficas: